jueves, 29 de junio de 2017

¿Por qué mantenemos nuestra candidatura al Congreso del PCA?

En las últimas semanas, y en vísperas de un importante congreso que habrá de marcar el futuro del comunismo en Andalucía, se ha hablado mucho en distintos foros sobre la necesaria unidad del partido. Resulta evidente que la cuestión de la unidad de la organización no es discutible, y además es uno de los valores más altos que definen a un Partido Comunista. Esta debería ser un elemento incuestionable para todo militante comprometido con la toma colectiva de decisiones, y precisamente por ello es por lo que creemos que es necesario cuidar la efectiva unidad, no como un llamamiento vacío y abstracto, sino cimentándola sobre elementos concretos.

La unidad del Partido debe surgir del debate, que una vez cerrado deberá ser acatado por todos, ejecutándose siempre lo aprobado por los órganos y el soberano Congreso, que es donde se manifiesta el intelecto colectivo de nuestro partido. Así, la unidad del PCA debe darse en torno a la aplicación de los acuerdos, y para ello debe garantizarse el debate de todas las posiciones. Para la unidad no sirven los falsos consensos previos -y dirigidos- , que sólo buscan eludir la confrontación democrática en las cuestiones espinosas. Tampoco sirve que las posiciones que se aprueben se dejen en un cajón que se abrirá, tal vez con suerte cuatro años después, como por ejemplo ha ocurrido con las decisiones que adoptamos en la primera fase del XX Congreson del PCE.

La unidad del Partido no la garantiza, per se, una lista única (que no unitaria) en este Congreso. Sin lugar a dudas, una lista única garantizaría un Congreso “tranquilo” para la dirección, pero posiblemente conduciría a que las cuestiones políticas y organizativas de fondo que hay que definir sean escondidas bajo consensos abstractos y transaccionales que integran todo, para no tener la obligación de cumplir nada. El Congreso debe ser la máxima expresión del debate y la elaboración colectiva, principalmente en las cuestiones más complejas y contradictorias. Y es ahí, en ese foro, donde debe darse la mayor participación al conjunto de la militancia. Una militancia que deberá aclarar y definir posiciones, precisamente porque tenemos que salir del Congreso con un acuerdo real, basado en el debate de ideas.

¿Quién puede decir que no hay diferencias, matices u opiniones en este partido sobre
cómo debe llevarse a cabo la recuperación de las competencias del PCE? ¿O sobre cuál debe ser la posición de las y los comunistas en la XX Asamblea de IULVCA? ¿Cómo se concreta la eliminación de la estructura de partido de IU? ¿Qué consecuencias programáticas, incluso de opciones de conformar gobiernos, tiene la posición sobre la salida de la UE y el euro? ¿Cómo se lleva a cabo la recuperación organizativa del Partido?… Por mucho que desde algunos sectores se nos diga que no hay controversias la realidad es otra. Y por eso, que se intente iniciar el Congreso con propuestas de síntesis equidistantes, y negociadas entre unos pocos, conducirá forzosamente a que nadie discuta de nada.

Creemos firmemente que sólo una vez superado el debate político y alcanzados los acuerdos a los que se llegue, será el momento de la unidad de acción, y se podrá hablar de nombres y de equipos de dirección. El anómalo proceso nominalista que se ha vivido durante todo el proceso congresual se debe, en primera instancia, a un intento fallido de la dirección saliente de proponer una lista “unitaria” o al menos “única”. Evidentemente, tan legítimo y necesario como el debate sobre las políticas es el debate sobre quiénes son los más adecuados para llevar a cabo dichas políticas. Pero creemos que primero debía haberse dado el debate de ideas y después el debate de nombres.

El Congreso tiene los mecanismos participativos para dotarse del equipo de dirección nuevo. Desde luego, para alcanzar una lista, no parece el mejor método proclamar “aquí estoy yo, ahora que venga el resto”. Que haya varias listas en un Congreso es algo casi inédito en el PCA, pero no tiene por qué llevar a una división del Partido ni a tensiones innecesarias. Las tensiones se originan, en todo caso, por los intentos de laminar dicha posibilidad. La unidad tras el Congreso no se va a dar mecánicamente por que antes haya una única lista al Comité Central. El día 2 de julio habrá una política aprobada y una dirección elegida. La unidad se dará en torno a que dicha dirección haga cumplir lo acordado.

Pero no podemos hablar de unidad si después del Congreso volvemos a caer en los errores del pasado. La primera fase del XX Congreso del PCE terminó con unos documentos sustancialmente distintos a los que elaboró el Comité Federal. A lo largo de todo el proceso (conferencias provinciales, de federación y finalmente, federal) se fueron elaborando tesis que cambiaban en mucho la propuesta inicial en las cuestiones centrales: posición sobre UE y euro, recuperación de las competencias del Partido, superación de IU y política de alianzas… Hoy, más de un año después, las cuestiones principales que se debatieron siguen sin aplicarse.

No se ha avanzado en qué supone la recuperación de las competencias electorales del Partido y no sabemos nada de la superación de Izquierda Unida ni del desmantelamiento de su estructura como partido político. En el caso de la UE, seguimos lanzando un mensaje ambiguo de corte posibilista. En todas estas cuestiones se siguen manejando por parte de la dirección como un punto intermedio entre “lo posible y lo necesario”. ¿Nos sirve esta unidad? Para el cumplimiento de los acuerdos que adoptamos, parece claro que no.

Nuestra candidatura defiende el cumplimiento de los acuerdos de la I Fase del Congreso del partido, para no seguir posponiendo el debate entre ruptura y reforma que sufre el PCE desde hace más de cuatro décadas. No podremos abordar la revolución democrática a la que aspiramos, ni construir la unidad popular con otras fuerzas, si seguimos retrasando el debate u ocultándolo bajo el falso pretexto de una unidad ficticia que no se basa en los principios de toma colectiva de decisiones y cumplimiento de lo acordado. Por eso, y porque aspiramos a un partido revolucionario y rupturista es por lo que mantenemos nuestra candidatura al Congreso del Partido Comunista de Andalucía. Un Congreso cuyas decisiones acataremos, pues a su finalización llegará el momento de la unidad.

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