A veces la mentira se esconde detrás de afirmaciones que, de tanto haberse repetido, se consideran incuestionables. El padre Feijoo contaba que de niño, siempre le habían dicho que comer cualquier cosa después del chocolate era dañino para la salud y por eso, dispuesto a comprobarlo, un día decidió hincharse a torreznos después del desayuno. No pasó nada, pero el monje demostró con ello que las leyendas pueden convertirse en verdad.
En una de las últimas presentaciones que hice de mi biografía sobre José Díaz Ramos, al terminar la firma de ejemplares, un muchacho se acercó a donde yo estaba. Era un chico muy joven, con grandes gafas, y vestido de una manera casi anacrónica, impropia de su edad. Se presentó tímidamente sin mirarme a los ojos y yo, para tratar de tranquilizarlo, le extendí la mano y le sonreí, dejándole claro que no estaba molestando. Me dijo que tenía que hacerme una pregunta que no se había atrevido a hacer durante la charla.