Rafael Báez | La semana
pasada se desveló el nuevo proyecto deportivo de la Corporación
Municipal para este año, consistente en la creación de unos Juegos
Deportivos de Otoño en Distrito, previstos entre noviembre y diciembre
de este año, y los tradicionales Juegos Deportivos Municipales, a
disputar en el primer semestre de 2014.
Pero no es ésta la novedad, ni mucho
menos, de la organización de estos Juegos. Como ya advirtió este medio
en el Balance del período entre 2011-2013 de la alcaldía de Juan Ignacio
Zoido, la partida presupuestaria para el Instituto Municipal de
Deportes ha descendido en estos dos años más de un 20%. Si se quiere
consolidar el deporte amateur sevillano, las cifras no cuadran.
No bastando el aumento de las tasas en un 7% [también en el Balance], este curso deportivo se introducen algunas novedades:
- La primera de ellas consistente en el pago, por parte de los equipos que no posean pistas propias, del 50% de las instalaciones en la disputa de partidos (art. 24 del Reglamento de Juegos Deportivos de Otoño y art. 15.e) de la Ordenanza de Precios Públicos del IMD de 28 de diciembre de 2012).
- La segunda, el pago de 11,30€ a los participantes en los Juegos Deportivos Municipales que no residan en Sevilla (Tarifas Grupo C.2, Anexo de la Ordenanza).
La bajada de impuestos anunciada por el Consistorio, unida a la falta de inyección pecuniaria a la partida de deportes hace que el alcalde de la final de la Copa Davis (2011) y del Mundo Básket (2014) descuide uno de los principios rectores de la política social previstos en nuestra Constitución: el fomento del deporte (art. 43.3 CE), como medio, entre otras cosas, de tutelar la salud pública (art. 43.2 CE).
Siendo conscientes de que una gran parte
de los equipos no catalogados como “deporte base”, es decir, de la
categoría senior, no forman parte de una estructura asociativa deportiva
ni poseen pistas propias unido a la notable participación de jugadores
no residentes en Sevilla, desincentiva la práctica deportiva por parte de los jóvenes –y no tan jóvenes–
que ven cómo una parte de la estructura deportiva municipal, que otrora
lograron establecer a través de su implicación en las distintas
competiciones, ahora es desmontada por un Ayuntamiento que se
preocupa de asumir compromisos deportivos de alto nivel pero que
descuida el fomento y el bienestar de sus propios ciudadanos
dificultando la práctica deportiva al sumar tasas y desembolsos
económicos en unos momentos en el que, a veces, una de las pocas vías de
escape es el ejercicio físico.
Y es que los principios rectores de la
política social y económica que contempla la Constitución en sus
artículos 39 a 52, si bien no directamente exigibles, parece que en los
tiempos de crisis económica y de política social– y de política, a
secas– ven mermados cualquier deseo y pensamiento del Constituyente a la
hora de su proclamación.
Es cuestión únicamente de darle un
vistazo a esta serie de artículos para comprobar la nula orientación y
actuación de los poderes públicos, como exige el artículo 54 CE, a los
mismos: protección social, económica y jurídica de la familia (art. 39
CE); protección de la salud (art. 43); derecho a disfrutar de una
vivienda digna (art. 47 CE) y pensiones (art. 50 CE), por ejemplo.
No es, ni mucho menos, el asunto del
Instituto Municipal de Deportes lo más importante ni lo más escandaloso
en materia de política social y económica. Es únicamente una muestra de
la megalomanía de algunos dirigentes políticos, obcecados en proyectos
únicos y magnificentes pero despegados de la realidad social que
prefiere disfrutar de un poco a diario que de mucho un solo día.
Es sólo una pequeña muestra. Una más. La enésima.
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