Cuando
todavía no nos habíamos repuesto de la pérdida de nuestros camaradas Manuel
Jaen Pereira y Manuel Gonzalo, los comunistas sevillanos hemos sufrido otro
duro golpe al conocer la muerte del histórico Francisco Granados, al que todos
conocíamos como “Macoco”, un militante ejemplar, símbolo de una de las
agrupaciones más importantes de la ciudad -la de Cerro-Amate-, a pesar de que
Paco “Macoco” no era patrimonio exclusivo de esa agrupación, sino de todos los
comunistas de Sevilla.
Macoco
representaba como pocos lo han hecho la ejemplaridad de la militancia
comunista. Trabajador humilde y abnegado, nunca aspiró a ningún puesto de
dirección y sencillamente dedicó toda su vida a darlo todo por los
trabajadores, por los vecinos, por su ideal y por su partido. La humildad y el trabajo eran ciertamente los
rasgos
más sobresalientes de Macoco. Recuerdo que cuando una multitud de
vecinos, compañeros y camaradas fuimos a acompañarlo en la inauguración de una
plaza en su barrio con su nombre, él agradeció en un emotivo discurso el gesto afirmando que tan sólo había “hecho lo que los tiempos y las circunstancias me pedían en cada
momento, lo que posiblemente volvería a hacer una y cien veces.”Pero las circunstancias que le tocaron vivir en medio de la dictadura franquista no le pidieron poco. Al haber adquirido conciencia de lo que ocurría a su alrededor, y siendo familiar de represaliados, sufrió desde su misma infancia las garras del fascismo. Torturas, detenciones y cárcel fue el precio que pagó por atreverse a desafiar a un régimen genocida que no estaba dispuesto a que se cuestionase el papel de la oligarquía. Él no se amedrentó, y siempre siguió adelante, sin pensar en las consecuencias; por mucho que ello le costase varios trabajos en una España hambrienta, e incluso truncase con ello una prometedora carrera como futbolista profesional.
Un hombre
coherente de su barrio, al que todos recordaremos vendiendo el Mundo Obrero, o
repartiendo octavillas, o haciendo pancartas; llegando cada día a su sede en la
plaza de las Moradas para tener abierto el local de los comunistas a los
vecinos, o llevando los periódicos al Comité Provincial,.. en definitiva,
haciendo esas cosas que, aunque no aparezcan en la prensa, resultan imprescindibles
para que el partido siga vivo, para que respire en cada barrio y no se
convierta en algo alejado de la gente de a pie. Macoco no saldrá nunca en los
libros de Historia, demasiado ocupados en narrar las vidas de los grandes
protagonistas, pero deja en todos los que lo conocimos un ejemplo de vida que
nunca podremos olvidar, porque son las personas, los hombres y mujeres que
dieron su vida una vez, y la volverían a dar una y mil veces por las grandes causas, los verdaderos motores de
esta Historia movida por la lucha de clases.
Alejandro
Sánchez Moreno. Sección de Historia de la FIM de Andalucía.
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