1- Tres años perdidos y en blanco para Sevilla
Este
22 de mayo se han cumplido tres años de la aplastante victoria del
Partido Popular en las pasadas elecciones municipales en Sevilla. Aquel
resultado, que generó importantes expectativas en amplios sectores de la
población, significó, en cambio, el inicio de un periodo muy negativo
para la ciudad, que hasta la fecha se ha traducido en un claro
empeoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de los sevillanos
y en un retroceso histórico en términos sociales, económicos,
medioambientales, culturales e incluso democráticos.
Tres
años después de que Juan Ignacio Zoido se convirtiese en el nuevo
alcalde de la capital hispalense, se confirma que la ciudad no levanta
cabeza. El tan pregonado cambio y las mejoras que nos vendieron no han
visto la luz. Por el contrario, la gestión del PP ha estado marcada por
la destrucción de empleo, el desmantelamiento de los servicios públicos y
el incumplimiento de las promesas con las que logró ganar las
elecciones.
Sevilla
cuenta en la actualidad con casi 13.000 parados más que cuando Zoido
(quien se autotituló el alcalde del empleo) tomó posesión de su cargo.
En este tiempo, además, se han agravado los problemas de vivienda y han
aumentado la pobreza y la exclusión social en nuestra ciudad. Pero
ninguno de estos dramas ha merecido la atención de un Gobierno local,
que se empeña en permanecer cruzado de brazos ante la situación de
emergencia social que vivimos.
Entretanto,
el abandono de los barrios es cada vez más palpable y generalizado. La
sensación de que “hemos sido estafados” cunde entre la ciudadanía
conforme pasan los días. Y es que basta con hacer un mero repaso al
programa con que Zoido se presentó a las elecciones para constatar que
su gobierno no ha llevado a cabo ni la mínima parte de sus compromisos.
En
estos tres años, Zoido no sólo no ha sido capaz de materializar ninguno
de los proyectos-estrellas proclamados en campaña (nuevos
aparcamientos, líneas de Metro, 1.000 viviendas al año, instalaciones
deportivas, parques de bomberos, centros cívicos y educativos, Policía
de barrio...), sino que tampoco ha conseguido que la ciudad funcione
como el reloj suizo que prometió.
La
micropolítica de Zoido hace aguas por todas partes en la actualidad,
porque su gobierno ha recortado notablemente las inversiones y servicios
municipales en los barrios, lo que suscita cada vez más quejas de
entidades sociales y vecinales, que se sienten defraudadas con la
política del PP.
Nunca antes un alcalde había cosechado
tanto descontento e insatisfacción en tan poco tiempo. Y esta percepción
es corroborada por los distintos barómetros socioeconómicos que la
Fundación Antares viene realizando semestralmente para medir la opinión
de la ciudad sobre cómo estamos, qué nos preocupa y cómo valoramos la
respuesta que desde el Ayuntamiento se da a las necesidades de Sevilla.
El último de estos trabajos, de enero de
2014, ofrecía muestras evidentes del grado de estancamiento y parálisis
que sufre la capital hispalense, pero también del pesimismo y la
decepción que se ha instalado entre la población con respecto a Zoido.
De hecho, casi el 80% de los encuestados consideraba que la situación en
Sevilla está igual o ha empeorado en este último año. Y mientras esto
sucede, el alcalde sigue abdicando de sus responsabilidades y dejando a
su suerte a la ciudad que le eligió para que arreglase sus problemas.
Por mucho que la propaganda del PP se
empecine en negar la mayor, la realidad es que Sevilla ni está mejor que
antes, ni tiene perspectivas claras de futuro. No sólo no se sabe bien
hacia dónde camina, sino que en muchos aspectos está retrocediendo a
marchas forzadas.
La anunciada reactivación económica no
llega porque Zoido ha priorizado los recortes, la voracidad recaudatoria
y la reducción del gasto público por encima de los dos principales
problemas de los sevillanos: el paro y la vivienda.
Pese a que la ciudad padece cotas
históricas de desempleo, con casi 90.000 personas afectadas, el alcalde
ha sido incapaz de sacar adelante la más mínima iniciativa, ha
renunciado a las políticas formativas y ni siquiera ha podido articular
un frente común con los agentes sociales y económicos para abordar esta
lacra de manera conjunta y coordinada.
Y en materia de vivienda, el balance no
puede ser más desalentador, pues Zoido no sólo no ha hecho ninguna de
las VPO que prometió, sino que incomprensiblemente mantiene más de 500
pisos municipales vacíos, al tiempo que se muestra insensible ante el
drama de los desahucios y la imposibilidad de muchas familias de poder
afrontar sus alquileres o hipotecas.
En
estos tres años además, Zoido ha enterrado la participación ciudadana;
se ha desentendido de las políticas de movilidad y sostenibilidad que el
Gobierno municipal anterior supo, con gran acierto, implantar y
desarrollar en la ciudad; ha emprendido la privatización del deporte de
base sevillano, en detrimento del interés general y de los
desfavorecidos; y ha suprimido la cooperación y las acciones de
solidaridad con los más necesitados.
Por ello, de cara a la ciudadanía, al PP
no le queda más remedio que buscar a la desesperada culpables externos
para tratar de justificar tanta inacción, mentiras, recortes e
incumplimientos. Pero lo cierto es que, a estas alturas, cada vez son
más los sevillanos hastiados de ese discurso frívolo e infantiloide de
Zoido, que consiste en echarle la culpa de todo lo malo que ocurre en
Sevilla a la herencia recibida o a la Junta de Andalucía.
Tres años después del arrollador triunfo
electoral del PP, estas excusas ya no surten el efecto deseado. Muy al
contrario, generan hartazgo y frustración entre una gran parte de la
población. Porque 36 meses en el gobierno municipal de la cuarta ciudad
más importante de España dan para mucho más que para seguir haciéndole
oposición a la oposición. La realidad se impone y nos revela que éste ha
sido, sin duda, un trienio perdido y en blanco para Sevilla.
2- Con más paro y sin visos de recuperación
Cuando
Juan Ignacio Zoido tomó posesión como alcalde, en junio de 2011, se
encontró con una ciudad que tenía 76.689 parados inscritos en el
Servicio Andaluz de Empleo (SAE). Tres años después, la cifra de
afectados por el que es el principal problema de los sevillanos se eleva
ya a 89.570.
El desempleo, por tanto, ha aumentado en lo que va de mandato en 12.881 personas, lo que implica una subida del 14,4%. Con todo, la diferencia podría haber sido aún más abultada, de no ser por la bajada coyuntural del paro registrada en abril (2.355 desempleados menos) y que fue consecuencia, fundamentalmente, del efecto de la Semana Santa y de su tirón turístico.
Con estos datos tan preocupantes sobre
la mesa, cuesta trabajo creer que quien, en la oposición y en campaña
electoral, se autoproclamó tantas veces el alcalde del empleo, ahora se
lave las manos ante este drama, esgrimiendo para ello una supuesta falta
de competencias de la que, desde luego, no se decía nada en su programa
electoral.
En su contrato con los ciudadanos, Zoido
se comprometía, en cambio, a buscar soluciones y a impulsar nuevas
iniciativas para reducir el paro. Pero, hasta el día de hoy, no sólo se
ha negado a asumir el protagonismo que le corresponde al respecto como
alcalde, sino que tampoco ha tomado ninguna decisión propia como
Ayuntamiento para resolver una lacra que va a más.
En estos tres años de mandato, IU ha
realizado numerosas propuestas dirigidas a combatir o, al menos a
paliar, esta grave hemorragia laboral. Así, entre otras cosas, hemos
reclamado la puesta en marcha de un Plan de choque orientado a la
contratación de parados de larga duración y sin prestaciones de ningún
tipo; hemos solicitado que el superávit municipal se destine a
inversiones generadoras de empleo; hemos pedido un impulso a la Oficina
de Planificación Estratégica; hemos demandado al alcalde que convoque a
los agentes económicos, sociales y ciudadanos para acordar medidas que
reviertan esta difícil situación...
Sin embargo, ante cada propuesta de IU,
la respuesta del Gobierno local del PP siempre ha sido la misma: la
indiferencia, cuando no el simple desprecio.
Llegados
a este punto, hay que aclarar que Zoido no sólo es responsable del
aumento del paro por omisión, también lo es por su propia acción. Y
ostenta el dudoso honor de haberse convertido en el empleador público
que más puestos de trabajo ha destruido en Sevilla a lo largo de estos
tres años.
Ya sea con la excusa de cumplir el plan
de ajuste que nos impuso en abril de 2012 –y que lastra desde entonces
nuestras arcas municipales-, ya sea con el pretexto de ajustarse a la
reforma local aprobada en solitario por el PP, lo cierto es que el
Gobierno de Zoido ha consumado en este trienio un sinfín de despidos y
recortes laborales; ha menguado, cuando no suprimido directamente,
programas de empleo y servicios sociales; ha desmantelado el CREA
(Centro de Recursos Empresariales Avanzados); y ha llevado a cabo,
además, la privatización o el cierre de varias empresas municipales.
Sólo en la plantilla del Ayuntamiento,
el alcalde ha amortizado hasta ahora cerca de 900 plazas por la vía de
no cubrir bajas, de no renovar contratos o de reducir la jornada
laboral. Mientras tanto, la aplicación de la reforma local del PP está
significando ya despidos y mermando seriamente la prestación de
servicios municipales básicos y esenciales como, por ejemplo, los
relativos a la formación y al fomento del empleo o la atención a la
dependencia.
Igualmente, peligran, entre otros, los
servicios vinculados a la educación, las políticas de igualdad y mujer,
consumo, ayuda a domicilio o juventud.
En este sentido, ha resultado bastante
escandaloso la no renovación por parte del Ayuntamiento de varios
programas de empleo fundamentales para la inserción laboral como el
Andalucía Orienta o el EPES.
Hay que precisar que el Gobierno local
del PP contaba con el apoyo financiero de la Junta de Andalucía y con la
consignación presupuestaria necesaria para poner en marcha dichos
proyectos este año, pero, inexplicablemente, a última hora ha optado por
no hacerlo.
Sólo esta decisión ha supuesto que más
de 40 trabajadores se vayan al paro y que, de la noche a la mañana, deje
de atenderse a los miles de sevillanos desempleados que venían haciendo
uso de estos recursos municipales en los barrios más desfavorecidos de
la ciudad.
En la Sevilla de los cerca de 90.000
parados Zoido se permite el lujo de desaprovechar, sin motivo alguno,
fondos millonarios para la inserción laboral procedentes de otras
administraciones, demostrando así que la lucha contra el desempleo no
figura, ni de lejos, entre sus prioridades.
Al margen de esto, el programa oculto del PP para la ciudad incluía también el desmantelamiento de las empresas públicas.
Primero
se cerró Sevilla Global, mandándose al paro a 50 trabajadores y
suprimiéndose un instrumento útil y eficaz para favorecer el desarrollo
local; luego se liquidó Giralda tv, dejándose en la estacada a otro
medio centenar de profesionales; y en este tercer año de mandato le ha
tocado el turno a Mercasevilla, cuya privatización ha significado la
destrucción de 129 empleos y la externalización de los servicios de
limpieza y mantenimiento. Esta última medida ha traído consigo, además,
la precarización de los pocos trabajadores que habían sido subrogados.
Buena prueba de ello es la huelga que estos días están secundando contra
el deterioro de sus condiciones laborales.
Y cuanto más se ceba el drama del paro
con la población de Sevilla, un mes tras otro, más se evidencia también
la falta de iniciativas y de proyectos del PP y de un alcalde que, a día
de hoy, se empeña en aferrarse a un modelo económico agotado y que no
da más de sí (el de más bares, oficinas y centros comerciales), mientras
espera, con imperturbable resignación, a que la situación económica
mejore algún día por sí sola o por la acción de otros.
3- Presupuestos que no sirven para la reactivación económica
Tampoco ayudan a salir de la atonía
reinante los sucesivos presupuestos aprobados por el PP en el
Ayuntamiento, al tratarse de cuentas completamente ajenas a la realidad
que atraviesa la ciudad y que no resuelven los grandes problemas y
necesidades de los sevillanos.
En vez de poner el presupuesto al
servicio de la generación de empleo y de la lucha por la equidad y la
justicia social, en estos años Zoido ha preferido apostar por los
recortes, el control del gasto público y la renuncia a intervenir desde
el ámbito municipal para reactivar la economía. El resultado,
inevitablemente, ha sido una Sevilla con más desempleo, con peores
servicios públicos, con más desigualdades y con más pobreza y exclusión
social.
Llama
también la atención el uso que hace el actual Gobierno local de los
reconocimientos de crédito y de las modificaciones presupuestarias, un
método que el PP criticaba con ardor en la oposición, calificándolo de
“fraude” y “escándalo financiero”, y al que ahora recurre constantemente
pleno tras pleno.
Pero, si con su política presupuestaria
el PP ha desterrado cualquier posibilidad de recuperación en la ciudad,
sus medidas fiscales han supuesto la puntilla definitiva para las
economías de bastantes familias sevillanas y también para muchos
pequeños empresarios.
No es casual que la capital hispalense
acaparase en 2013 el 40% de la destrucción de las empresas andaluzas
-cuando debería de ser el motor de la comunidad autónoma-, lo que, por
otro lado, se tradujo en la pérdida de 27.511 empleos (alrededor del 30%
del total).
Sea como fuere, en estos tres años, el
Gobierno de Zoido ha hecho gala de una voracidad recaudatoria
desorbitada, que se ha reflejado en el incremento sustancial de la
mayoría de tasas y precios públicos y en la creación de nuevas figuras
impositivas.
Sólo ahora el PP anuncia que va a bajar
algunos impuestos. Pero esta medida tiene mucho de electoral y, sobre
todo, de trilerismo fiscal, ya que su aprobación no sería posible si en
2012 y 2013 no se hubieran aplicado esos espectaculares subidones que
tanto daño han hecho al bolsillo del sevillano.
Desde IU
hemos tratado de reconducir estas ordenanzas fiscales presentando, cada
año, una batería de alegaciones. Con ellas hemos pretendido introducir
criterios de redistribución de renta (que pague más quien más tiene)
para proteger a aquellas familias que peor lo están pasando por la
crisis y, a su vez, obtener los recursos imprescindibles que garanticen
unos servicios públicos dignos y de calidad. Pero, un ejercicio tras
otro, nuestras propuestas han caído en saco roto porque el Gobierno del
PP las ha rechazado.
Del
mismo modo, este último año hemos vuelto a comprobar que el afán
recaudatorio de Zoido no tiene límites. Y si no, ¿a qué viene aumentar,
sin ningún consenso ciudadano, hasta en un 77% las plazas de zona azul?
¿O cómo se explica su empeño por cobrar la tasa de la basura hasta a los
locales vacíos de la ciudad, que no generan ningún tipo de actividad o
residuo? ¿O a qué se debe tanta proliferación de veladores en nuestras
calles y plazas obstaculizando la movilidad de los sevillanos?
Ejemplos de este tipo nos revelan cómo
ya no queda nada de aquel alcalde que iba a bajar los impuestos. De
hecho, si se analizan en conjunto estos tres años, se observa claramente
un aumento desproporcionado de la presión fiscal que, en definitiva,
sólo ha servido para asfixiar más a los ciudadanos.
4- Un gobierno cruzado de brazos ante el drama de la vivienda
Si por algo se ha caracterizado la
política de vivienda de Zoido hasta la fecha ha sido por la inacción,
por la indolencia y por la incapacidad a la hora de hacer frente a la
gravísima situación de emergencia habitacional en la que actualmente se
encuentran muchas familias sevillanas.
Desde que el PP entró en el Gobierno
municipal ha ido desmantelando progresivamente todos los instrumentos
que Izquierda Unida impulsó en el anterior mandato y que garantizaban la
vivienda como un derecho y no como un negocio. Cabe destacar, en este
sentido, la supresión de OTAINSA (oficina de atención a los inquilinos
en situación de abuso) o la reducción de pisos sociales argumentándose,
en plena crisis habitacional, que había suficientes viviendas de este
tipo para atender la demanda existente.
Especialmente
preocupante resulta la intención del PP de liquidar la empresa
municipal Emvisesa, a la que cada año recorta más recursos y personal,
justo ahora que se necesita más que nunca una herramienta de este tenor
para abordar los problemas de vivienda que hay en la ciudad.
A finales de 2011, el equipo de Zoido
derogaba el Plan Municipal de Vivienda sin haber ofrecido en estos tres
años ninguna alternativa al mismo. En este tiempo, el alcalde ha
permanecido completamente al margen de un drama que afecta a muchísimos
sevillanos y ha llegado incluso a paralizar la adjudicación de viviendas
sociales para endurecer los requisitos de acceso.
Para más inri, el Gobierno local del PP
mantiene más de 500 viviendas municipales vacías, a pesar de la enorme
demanda de pisos sociales y de protección oficial que en estos momentos
hay en la población sevillana.
Zoido se
ha mostrado incapaz de gestionar el parque público de viviendas
municipal y ha sido reprendido en varias ocasiones por el Defensor del
Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, e incluso por la Defensora del Pueblo,
Soledad Becerril, quienes le han instado a dar salida a esos pisos
vacíos cuanto antes.
Esta situación ha provocado que familias
sin recursos empiecen, cada vez más, a plantearse la ocupación de estas
viviendas municipales deshabitadas como única solución a su problema
habitacional.
Los hechos ocurridos a principios de
este año en la barriada de Nuevo Amate, donde varias personas
protagonizaron la ocupación de distintos pisos vacíos de Emvisesa, ha
vuelto a poner de relieve la injusticia que supone que haya tantas casas
sin gentes y tantas gentes sin casas. Y ha evidenciado también la
necesidad de agilizar la adjudicación de las viviendas municipales que,
incomprensiblemente, a día de hoy permanecen deshabitadas.
Por otro lado, de las 1000 Viviendas de
Protección Oficial (VPO) prometidas al año nada se sabe, ya que el PP ha
decidido vender suelo libre a costa de perder terreno para construir
este tipo de pisos.
El argumento de que el Ayuntamiento no
contaba con espacio suficiente para edificar vivienda protegida se ha
revelado falso. La realidad es que Zoido se ha empecinado en deshacerse
de todo el suelo disponible para este uso, como se ha demostrado, por
ejemplo, con el proceso iniciado por Urbanismo para vender el inmueble
ubicado en la plaza de la Encarnación 5 y 6.
Como
se recordará, este edificio había sido expropiado por el anterior
Gobierno local para destinarlo a viviendas sociales. Pero el PP prefiere
ahora entregarlo al mejor postor y hacer caja con esta operación, que
probablemente se saldará con la construcción allí de un hotel o de
locales comerciales.
Otra de
las promesas del alcalde que se ha convertido en humo ha sido la de
reducir el alquiler a los inquilinos de Emvisesa. Esta medida, que fue
vendida a bombo y platillo, se ha quedado en algo meramente anecdótico,
sin llegar a cubrir la gran parte de las necesidades y de las demandas
familiares.
Hay que decir también que durante todos
los Plenos municipales de estos años, el PP ha votado en contra de las
mociones presentadas por IU para garantizar el derecho a un techo digno,
evidenciando una insensibilidad extrema ante la actual situación de
emergencia.
El Gobierno de Zoido ha ido rechazando,
una detrás de otra, todas las propuestas que desde nuestro grupo hemos
formulado con el fin de favorecer el alquiler social, la adjudicación de
viviendas públicas vacías a colectivos vulnerables, la atención directa
a los desahuciados, la paralización de los desahucios, impuestos a los
pisos desocupados en manos de la banca…
Del mismo modo, seguimos esperando
respuesta a nuestra petición de que se convoque un Pleno extraordinario
sobre vivienda para debatir en profundidad la situación de emergencia
habitacional existente y acordar medidas que desde el ámbito local
contribuyan a paliar este problema.
Por
último, la inhumanidad del PP ante el drama de los desahucios ha
quedado patente en el caso de la Corrala Utopía, un colectivo integrado
por decenas de familias en riesgo de exclusión a las que ha estado
negando sistemáticamente los mínimos vitales durante dos años, pese a
sus promesas.
Tras el desalojo de la Corrala, Zoido y
su equipo de gobierno juegan ahora, por intereses partidistas, a la
confrontación con la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de
Andalucía y a marear la perdiz, entorpeciendo la elaboración de los
informes sociales y confundiendo interesadamente entre realojo temporal
y adjudicación.
En definitiva, en estos tres años hemos
tenido a un Gobierno local de espaldas al problema de la vivienda, que
ha desmantelado la empresa municipal Emvisesa, que ha destruido las
políticas anteriores por mero revanchismo y que ha estado cruzado de
brazos ante el drama de los desahucios.
5- A vueltas con la cultura del pelotazo y la especulación urbanística
En este tercer año de mandato, el PP ha
acelerado e intensificado su ofensiva destinada a subvertir el PGOU
vigente y a recuperar la práctica del urbanismo especulativo con el fin
de favorecer el negocio particular frente al interés general de la
ciudad y de los sevillanos.
Un paso más en esta hoja de ruta lo
constituye, sin duda, el proyecto del Gobierno de Zoido de constituir un
comité técnico, conformado por “expertos”, al que se ha encomendado la
tarea de “actualizar” un planeamiento urbano que, cabe recordar, fue
ampliamente participado y consensuado con la sociedad civil y que no
está ni mucho menos amortizado, como se empeña en pregonar el PP.
Lo que hay detrás de este invento del
comité de sabios, por tanto, no es más que el afán de Zoido por revestir
de una falsa legitimidad muchas de las operaciones urbanísticas que se
empeña en realizar sin respaldo legal ni ciudadano (aparcamiento
subterráneo en la Alameda, gran superficie comercial en la Gavidia...) y
que, de llevarse a cabo, significarán una reversión del modelo de
ciudad sostenible y habitable que hasta ahora garantizaba el PGOU.
El acuerdo alcanzado entre el
Ayuntamiento y Altadis para recalificar los terrenos de la antigua
fábrica de tabacos en Los Remedios representa un ejemplo muy acabado de
cuál es el modelo de ciudad que el PP propugna para Sevilla: el del
pelotazo y el urbanismo a la carta.
Este
caso ha puesto, nuevamente, al desnudo, las mentiras de un alcalde que
sigue perdiendo credibilidad a raudales. Y es que el convenio suscrito
no sólo resulta escandalosamente ventajoso para la multinacional, sino
que dista bastante de lo que el alcalde prometió en la oposición y en
campaña con respecto a estos suelos. Así, Zoido ha pasado de decir que
Altadis “no se llevará ni un duro de aquí” y de amagar incluso con la
expropiación a regalarle más de 31.000 metros cuadrados de
edificabilidad para generar plusvalías.
Con la operación de Altadis, el PP
pretende premiar a una multinacional que, aún obteniendo beneficios,
decidió marcharse de la ciudad, destruyendo centenares de puestos de
trabajo y desmantelando una parte importante de nuestro tejido
industrial.
Para colmo, el proyecto anunciado por
Zoido no aporta nada nuevo a Sevilla, ya que se vuelve a recurrir a un
modelo económico superado y que no da más de sí (grandes superficies
comerciales, bares y oficinas), desaprovechándose en la práctica una
gran oportunidad para hacer algo distinto en beneficio de todos.
Frente a esta concepción cortoplacista y
especulativa del PP, IU aboga por la instalación en estos terrenos de
una plataforma urbana integrada por empresas vinculadas a la innovación,
a las nuevas tecnologías y a la sociedad de la información, que generen
empleo estable y de calidad. Se trata, sencillamente, de apostar por
los sectores del futuro sobre los que hoy se levanta el desarrollo de
las ciudades y no por un modelo de crecimiento del pasado, agotado y
caduco.
Por otro lado, en este tercer año de
mandato, Zoido ha continuado avanzando en los trámites para recalificar
el PGOU y así favorecer la construcción de una gran superficie comercial
en la Gavidia y aparcamientos rotatorios en el Casco Histórico,
empezando por un parking subterráneo en plena Alameda.
Ni el rechazo vecinal que suscitan estos
proyectos, ni la evidente ilegalidad de los mismos, han impedido que el
PP siga obcecado con sacarlos adelante. Desde IU nos hemos opuesto
desde un principio a estas actuaciones, ya que no responden al interés
general de los sevillanos, sino a las ansias lucrativas de un sector
comercial muy específico de la ciudad.
Con todo, cada vez parece más claro que
lo único que Zoido busca con estas iniciativas, contrarias al PGOU, es
la confrontación con la Junta de Andalucía. Y es que, tal y como están
concebidas, va a ser imposible que la Administración autonómica las
apruebe, lo que permitirá al PP seguir explotando el discurso, tan
victimista como falaz, de que la Junta le boicotea y es la única
responsable de la parálisis de la ciudad.
Algo similar ocurre con el nuevo puente
para el tráfico rodado que el Gobierno de Zoido se ha propuesto
construir al sur de la isla de La Cartuja.
Esta infraestructura, de cuatro carriles
de circulación (dos por cada sentido), a buen seguro que congestionará
de coches la avenida de Torneo y sus alrededores. De ahí que nuestra
fuerza política haya presentado varias alegaciones contra esta nueva y
disparatada modificación del PGOU.
En Izquierda Unida entendemos que el
argumento esgrimido por el PP de que el puente es necesario para
garantizar la movilidad ante la futura apertura de la Torre Pelli es
sólo una excusa para no abordar otras soluciones, que son menos dañinas
para el entorno y que sí están recogidas en el PGOU.
Entre estas alternativas destacan, por
ejemplo, la extensión del metrocentro a Plaza de Armas; la ejecución de
nuevas pasarelas peatonales asociadas a sendos aparcamientos rotatorios
en La Cartuja; o la construcción de otros dos puentes situados al norte
de los ya existentes en el Alamillo y la Barqueta.
En cualquier caso, la polémica provocada
por el Ayuntamiento a cuenta de este proyecto sólo es una muestra más
del empecinamiento de Zoido por aplicar una política desfasada y
obsoleta en materia de movilidad, consistente en promover la entrada de
más y más coches en el Casco Histórico, sin importar que ello conlleve
aparejado el colapso del tráfico, el aumento de la contaminación y el
empeoramiento de la calidad de vida de los vecinos.
En
anteriores balances hemos hecho referencia, de manera pormenorizada, a
los significativos retrocesos que la ciudad ha venido experimentando en
este ámbito desde que el PP asumió la Alcaldía: derogación del Plan
Centro sin alternativas, desmantelamiento de las políticas de fomento de
la bici...
Pues bien, a dicho listado hay que
añadir este año la aprobación inicial de una Ordenanza de Circulación,
que no de movilidad, diseñada sin ningún tipo de consenso con el sector y
que otorga prevalencia al vehículo privado sobre el peatón y los
ciclistas. Esta normativa no parece, por tanto, que vaya a mejorar la
movilidad en la ciudad, sino más bien a agravar los problemas ya
existentes y a dificultar la convivencia entre los distintos colectivos.
Por último, hay que lamentar nuevamente
la renuncia del PP a impulsar políticas en favor de la bicicleta. Tres
años después de su llegada a la Alcaldía, Zoido continúa desperdiciando
el gran legado que el Gobierno local anterior le dejó y que, por otro
lado, le ha valido a la ciudad multitud de reconocimientos, tanto a
nivel nacional como internacional.
En este tercer año, el Gobierno local
del PP ha seguido desentendiéndose de este tema. A la falta de políticas
encaminadas a promocionar el uso de este medio de transporte saludable,
hay que sumar el desinterés municipal por mantener en condiciones
óptimas el servicio público de Sevici o por ampliar y conservar la red
de carriles bicis implantada en su día por Izquierda Unida.
Todo ello ha motivado que el auge de
Sevilla en materia ciclista se haya visto frenado en los últimos meses,
como se recoge en el último informe realizado por Sibus (Sistema
Integral de la Bicicleta de la Universidad de Sevilla). En este trabajo
se señala, además, que dicho estancamiento se debe fundamentalmente a la
"inexistencia" de un Plan de la Bicicleta, tras la eliminación del que
había en el anterior mandato.
En definitiva, año tras año, se vuelve a
constatar que el PP no tiene ningún modelo de movilidad para la ciudad
de Sevilla que vaya más allá del revanchismo y de los bandazos en
función de las exigencias de determinados grupos de presión.
Urge, por tanto, la conformación de una
amplia alianza ciudadana que, a través de la movilización y la lucha en
el frente social y en el institucional, sea capaz de evitar la regresión
que sufrimos en términos urbanísticos y de sostenibilidad.
6- El fin del deporte de base: del derecho al negocio
El alcalde que iba a defender el deporte
de base en Sevilla ha sido, sin embargo, quien está promoviendo su
privatización para hacer negocio a costa de los programas y del uso de
las instalaciones municipales. Si bien es verdad que esta ofensiva no se
ha detenido desde el inicio del mandato, lo cierto es que en este
tercer año se ha agudizado sustancialmente.
Tras suprimir programas deportivos
básicos como las Marchas en Bici, los Circuitos de Paseo o Senderismo y
Multiaventura, el PP pasó a privatizar las Escuelas Deportivas
Municipales, los Campus Deportivos, las Carreras Populares y otras
pruebas de reconocido prestigio, como el Maratón o la Nocturna del
Guadalquivir.
Pero el Gobierno de Zoido ha ido todavía
más allá, al entregar también a manos privadas los centros deportivos
públicos de la ciudad.
Primero se han privatizado la gestión,
los servicios y los suministros de todas las grandes instalaciones y
pabellones polideportivos que eran administrados desde el IMD. Y, a
continuación, han salido a concurso las tres piscinas municipales
sevillanas más importantes (Fundición, San Jerónimo y Los Mares), a
pesar al rechazo de usuarios y trabajadores, que no han dejado de
movilizarse contra este desmantelamiento del sistema deportivo público
de la ciudad.
Instalaciones modernas y punteras que
fueron costeadas con el dinero de los sevillanos pasarán, a partir de
ahora, a ser gestionadas por empresas privadas que, obviamente, primarán
los criterios de rentabilidad económica por encima de la promoción del
deporte de base, la cohesión social o la educación en valores.
Las consecuencias de este cambio de
modelo no tardarán, pues en aparecer, en forma de subida de tarifas,
deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores y
empeoramiento de la calidad de los servicios.
Pero la voracidad privatizadora de Zoido
no tiene límites y, en este último año de mandato, ha alcanzado también
a las instalaciones municipales básicas que hasta ahora venían siendo
gestionadas, de forma participativa y sin ánimo de lucro, por Juntas
Rectoras de las entidades deportivas de los barrios.
El modelo de las concesiones
administrativas obligará a los adjudicatarios a asumir en lo sucesivo
las inversiones y todos los gastos de suministros y de mantenimiento que
requieren las instalaciones y que hasta el momento eran afrontados por
el IMD. De ahí que a los nuevos titulares no les vaya a quedar más
remedio que aplicar importantes incrementos en las tarifas para poder
soportar los costes de gestión de los centros.
Esta situación supondrá,
inevitablemente, la expulsión del deporte de base de miles de personas,
la mayoría de ellas niños y jóvenes, que no podrán hacer uso de estas
instalaciones por motivos económicos.
Hay que indicar, además, que este
proceso de privatización vuelve a sacar a la luz el programa oculto del
PP y el fraude que representa el señor Zoido, quien nunca mencionó sus
planes para el IMD en la oposición ni en campaña.
Por
otro lado, la ausencia de mantenimiento y el abandono de las
instalaciones son otras de las marcas de la casa de la gestión del PP en
materia deportiva. Y si no que se lo pregunten, por ejemplo, a los
usuarios del centro del Tiro de Línea donde ha transcurrido más de año y
medio desde que un vendaval arrancó la cubierta de la piscina y ésta
sigue sin reponerse.
Durante todo este tiempo el Gobierno de
Zoido se ha dedicado a prometer diversas actuaciones de mejora en esta
instalación, pero hasta el momento no ha hecho nada por solucionar el
problema y sigue sin ofrecer una fecha para la reapertura definitiva de
esta piscina –hasta ahora- municipal.
En el marco de esta agresión permanente
del PP al deporte de base hay que situar también la falta de apoyo a
muchas entidades y asociaciones, que se han visto obligadas a arrojar la
toalla y a cesar su actividad.
Especialmente grave, en este sentido, es
el maltrato que han venido sufriendo los clubes de piragüismo afectados
por la próxima construcción del Centro de Atención Integral al
Visitante, en los Bajos de Marqués del Contadero. Y es que, en estos
tres años, el PP sólo ha sabido emplear contra sus responsables el
método de la coacción y la amenaza del desalojo.
Por otro lado, el Gobierno de Zoido no
ha construido ninguna de las instalaciones prometidas en campaña,
limitándose a vivir de la “herencia recibida” e inaugurando sólo dos
centros deportivos que fueron proyectados, licitados y adjudicados
durante el mandato anterior.
La práctica deportiva experimentó un
espectacular crecimiento en los últimos años en nuestra ciudad,
situándose por encima de la media andaluza y española. Ahora, el PP ha
convertido la mentira en el núcleo de su acción deportiva y su política
está deteriorando, de forma muy alarmante e irreversible, el deporte de
base sevillano.
7- El Ayuntamiento con Zoido: retrocesos en transparencia, austeridad y democracia
El autotitulado “alcalde de la luz y los
taquígrafos” se ha convertido en el de la opacidad. Nos encontramos
ante un Gobierno municipal que no responde en tiempo y forma a las
preguntas de la oposición, dificultando su labor dentro del
Ayuntamiento.
Durante este último año, Zoido ha
vendido a bombo y platillo un portal web de transparencia, pero esta
iniciativa no es más que una simple recopilación de documentos con
gráficas y cifras, algo a lo que además le obliga la ley. Se trata,
pues, de una operación de puro márketing sin más.
Por otro lado, ha tenido que ser la
justicia la que fuerce al alcalde de la transparencia a ser
transparente, condenando al Gobierno de Zoido por “falta de
transparencia” y por vulnerar el reglamento y la Constitución Española,
al negar a la oposición información de los distritos.
La
propia organización Observatorio de la Transparencia Internacional
demuestra la falta de transparencia del Ayuntamiento, que ha pasado de
ser el séptimo más transparente en un ranking de 110 municipios
españoles, con el anterior Gobierno, a despeñarse hasta el puesto 80 en
la clasificación.
El que iba a ser el alcalde del consenso
y de la transparencia ha impuesto las “miniactas” de los Plenos del
Ayuntamiento sin posibilidad de debate, obligando a escuchar horas y
horas de intervenciones en audio para encontrar lo que se quiera buscar
en cada momento. Un retroceso más en democracia y en transparencia de la
mano del Partido Popular.
A principios del verano pasado, saltó a
la luz también el escándalo de los sobresueldos de Zoido y se vivió un
esperpéntico cruce de declaraciones contradictorias al respecto: primero
el alcalde afirmó que nunca había cobrado esas cantidades al margen de
sus retribuciones, para luego desdecirse, cuando la prensa lo probó, y
admitir haberlas recibido y tributado como profesional, mientras desde
el PP seguían negando la mayor.
El caso es que este asunto ha tirado por
tierra, definitivamente, la imagen idílica que ante la opinión pública
Zoido había conseguido granjearse a base de ingentes dosis de propaganda
y de reiteradas campañas de autobombo.
La credibilidad del alcalde está por los
suelos desde que se sabe que, hasta hace muy poco, percibía y ocultaba a
la ciudadanía un generoso sobresueldo de su partido, a razón de más de
2.000 euros mensuales, al mismo tiempo que alardeaba de austeridad,
despedía trabajadores, privatizaba empresas públicas y aplicaba recortes
de todo tipo en las plantillas municipales.
Lo peor de todo es que, un año después
de que saltara el escándalo, aún estamos esperando que el alcalde se
disculpe ante los ciudadanos o dé algún tipo de explicación sobre un
comportamiento tan reprobable a nivel ético y político, amén de las
dudas que también suscita desde el punto de vista legal
Tampoco se ha aclarado hasta ahora el
presunto fraude que el delegado del Distrito Norte, Juan García Camacho,
podría haber estado cometiendo a cuenta del uso supuestamente irregular
de una VPO, que en 2005 le fue adjudicada por Emvisesa.
He ahí otro escándalo más de este Gobierno, que ha sido abordado con oscurantismo, opacidad y el silencio cómplice del alcalde.
En otro orden de cosas, Zoido prometió
un gobierno reducido y austero, y, tras tres años de mandato, nos
encontramos con que su estructura actual es 97.245 euros más cara que la
del anterior.
Asimismo,
el alcalde ha ascendido a 14 los altos cargos directivos, frente a los
12 del anterior mandato, y el número de sus cargos de confianza se ha
elevado hasta los 130. En pleno proceso de reajuste salarial y recortes,
ha subido un 4% el sueldo de los directivos de las empresas municipales
y ha creado puestos de dirección “ad hoc” como el de subdirector del
Real Alcázar de Sevilla para cumplir favores con conocidos.
La final de la Copa Davis 2011, que no
iba a costar ni un euro a los sevillanos según el propio alcalde, sigue
revelándose como un ejemplo del despilfarro y mala gestión del equipo de
Zoido: no sólo supuso un millón de euros de déficit, sino que, años
después de su celebración, continúa provocando gastos extraordinarios al
Ayuntamiento.
Tampoco podemos olvidar los múltiples
casos de enchufismo en los talleres de los distritos que surgieron a
principios del mandato, donde se contrataron a familiares del PP y
miembros de Nuevas Generaciones, un episodio por el que no asumió
ninguna responsabilidad política.
Mención aparte merece el Defensor del
Ciudadano, José Barranca, quien no ha dejado de utilizar de forma
partidista el cargo institucional que ostenta para favorecer los
intereses del Partido Popular en la capital hispalense. Una preocupante
deriva en la que se ha embarcado el responsable de este organismo, vacío
de contenido y que en la actualidad funciona como un apéndice más al
exclusivo servicio del PP.
8- De la participación ciudadana a la propaganda
La
ciudad de Sevilla se convirtió en un referente europeo de participación
gracias a la experiencia de los presupuestos participativos impulsada
por Izquierda Unida en el mandato anterior.
El Gobierno de Zoido, en cambio, ha
desmantelado esta herramienta que, durante el tiempo que estuvo
operativa, permitió a muchos vecinos decidir sobre las inversiones
municipales en sus barrios y en su ciudad. No en vano, a ella se deben,
entre otras muchas actuaciones, la construcción de decenas de kilómetros
de carril bici, la rehabilitación de escuelas, la apertura de muchas de
las piscinas municipales que hoy se pretenden privatizar, la creación
de parques y espacios públicos... y hasta una radio comunitaria
(Radiópolis).
El
Partido Popular contrapone como alternativa a esta participación
directa dos sitios webs. Uno de ellos, el que más presupuesto tiene, es
una simple página de noticias adjudicada a un medio de comunicación afín
al PP.
El alcalde Zoido ha convertido la participación en propaganda.
La otra web, conocida como e-democracia
y vendida como panacea de la participación, ha demostrado ser un mero
buzón para que los vecinos hagan propuestas a las Juntas Municipales de
los diferentes distritos. No hay, por tanto, debate ni decisión directa
por parte de la ciudadanía, ni compromiso presupuestario alguno.
Zoido ha transformado la democracia directa y participativa de los vecinos en un simple buzón de sugerencias por Internet.
Ante esto, desde IU hemos defendido la
recuperación de los instrumentos que demostraron ser útiles, innovadores
y de referencia internacional. Pero nos hemos encontrado con la
negativa del Gobierno municipal, que basa su rechazo en argumentos
falsos como el escaso cumplimiento de las propuestas vecinales o la poca
incidencia, cuando los datos ofrecen unos porcentajes de ejecución
superiores al 85% y más de 20.000 participantes en las 22 asambleas que
se constituyeron en los diferentes territorios.
En paralelo a esta pérdida, asistimos al
deterioro democrático de las Juntas Municipales de Distrito, donde los
concejales del Partido Popular cada vez ponen más trabas y cortapisas a
los debates o abusan de su autoridad dirigiendo los plenos de forma
arbitraria y sectaria.
Sin duda, estamos ante el vaciamiento de
los objetivos y facultades de estos órganos de participación, donde se
aprueban medidas que luego caen en saco roto. Son mayoría los acuerdos
de las Juntas Municipales de los Distritos que no se cumplen ni son
ejecutados por el Gobierno de Zoido.
Incluso nos encontramos con delegados de
distrito que salen airosos de una reprobación gracias a su propio voto
de calidad, permaneciendo impasibles ante el rechazo de sus vecinos.
Finalmente, hay que decir que, en estos
tres años, el PP se ha caracterizado por una forma de hacer política
basada en la unilateralidad y la imposición, siendo la falta de
participación y de consenso social y vecinal una constante que ha
acompañado a cada una de sus medidas: ordenanza de ruidos, de
circulación, proyecto de la SE-35, ampliación de la zona azul...
9- El alcalde que se olvida de los barrios
Zoido
prometía en sus carteles electorales ser “la Sevilla que quiere a los
barrios”. Pero, tres años después de su toma de posesión, ha demostrado
ser la Sevilla que olvida a los barrios y se centra, exclusivamente, en
la ciudad escaparate del casco histórico, dando la espalda a los
territorios periféricos.
Lejos quedan ya las promesas recogidas
en su programa electoral para los distritos: asfaltos antirruidos,
soterramiento de cables de alta tensión, conexión a la red de metro,
centros de día, polideportivos, policías de distrito…
También se ha olvidado de los grandes
proyectos ofrecidos en los barrios a la ligera y sin sentido: la pista
de esquí en Los Bermejales, la reurbanización de Plaza de Armas o del
Paseo de Juan Carlos I, la rehabilitación de las Naves de San Jerónimo,
el “Proyecto Corazón Parque Central María Luisa”, la reforma del Canal
de la Ranilla, la Fábrica de Arte Elcano que prometió en los terrenos de
Altadis, la renovación del Club de Remo Guadalquivir, la iniciativa
“Welcome Sevilla”, como centro de bienvenida a los turistas en la
estación de Santa Justa, la construcción de nuevas instalaciones
deportivas a lo largo de varios distritos… Estos son sólo varios
ejemplos en cada territorio que demuestran que Zoido se dedicó durante
muchos años a la venta de humo.
El
alcalde que quería convertir cada distrito en referente de seguridad y
limpieza no sólo no ha cumplido su compromiso, sino que hoy nos
encontramos con barrios cada vez más sucios y con menos mantenimiento de
aceras, parques o jardines. La poda de árboles o la repoblación de
alcorques vacíos son demandas continuas en las Juntas Municipales.
La limpieza viaria constituye, sin duda,
una asignatura pendiente de Zoido. La propaganda municipal sobre
zafarranchos y adquisición de nueva maquinaria no puede ocultar el hecho
de que los barrios se encuentran más descuidados y desatendidos que
nunca por Lipasam. Y esto se debe, principalmente, a los recortes que
estos años se han aplicado en la plantilla y también a la implantación
de un proceso de recogida de residuos selectivo, que prima al centro en
detrimento de las zonas periféricas de la ciudad.
Desde que es Zoido quien se “ocupa” de
barrer la ciudad, Lipasam no ha vuelto a recibir ninguno de los
reconocimientos que, con el anterior Gobierno local, solía recibir por
su buen hacer, como las escobas de plata o de platino.
Asimismo, el catálogo de baches es
impresionante y la dejadez del Gobierno local sobre este problema
injustificable. El mantenimiento resulta escaso y los planes e
inversiones anunciados al respecto no acaban de ver la luz.
El alcalde que quería a sus barrios se
desentiende ahora de las losetas que están sueltas y de los socavones,
muchos de los cuales, por cierto, suponen una amenaza para la seguridad
de peatones, ciclistas, motos y conductores.
Por otro lado, el famoso megacontrato de
parques y jardines no ha dado hasta ahora los frutos esperados. No hay
más que ver el pésimo estado de conservación de las de zonas verdes de
la ciudad.
Tras tres años de Gobierno de Zoido,
tampoco se sabe nada de la descentralización prometida que convertiría a
los distritos en “centros de decisión” con más competencias propias,
más presupuestos y más funcionarios. No se les ha dado ni el
protagonismo ni el poder que el PP prometió para ellos. Esa aproximación
de la administración local a los ciudadanos no sólo no se ha consumado,
sino que los barrios están más olvidados y abandonados que nunca por
parte del Ayuntamiento.
10- Una ciudad sin pulso y a la deriva que necesita un cambio
En su balance del segundo aniversario
del triunfo electoral del PP en la ciudad, Zoido pasó del “no hemos
podido hacer más” del año anterior a pedir públicamente “paciencia” a
los sevillanos porque, según sus palabras, “lo mejor está todavía por
llegar” en forma de “infraestructuras e instalaciones que algunos ni
soñarán, pero que el alcalde sabe que son posibles y viables”.
Sin embargo, doce meses después de
aquellas declaraciones, todo sigue igual o peor en Sevilla y, lo que es
más grave, no se vislumbra ningún atisbo de mejoría o recuperación. La
ciudad permanece atrapada en un permanente día de la marmota, mientras
se constata, una y otra vez, la incapacidad y la falta de iniciativa del
PP para superar esta situación de parálisis y atonía.
De poco o nada ha servido que Zoido deje
otras responsabilidades (como la de presidente de la FEMP o del PP
andaluz) que le impedían cumplir su promesa electoral de dedicarse, en
cuerpo y alma, las 24 horas del día a Sevilla.
Esta descarga de tareas no se ha
traducido, ni mucho menos, en una mayor implicación del alcalde en la
solución de los grandes problemas de la ciudad. Muy al contrario, Zoido
ha continuado desempeñando un papel de bajo perfil y entregado
únicamente a la agenda de actos sociales.
Por eso, desde Izquierda Unida
insistimos en que una ciudad como Sevilla, con 90.000 parados y con cada
vez más familias sin las necesidades básicas cubiertas, no se merece un
alcalde BBC, de bodas, bautizos y comuniones, que se cruza de brazos
ante el drama del desempleo o la vivienda y que sólo se deja ver y
fotografiar en actos blancos y en fiestas populares.
Por si quedaba alguna duda, en este
tercer año Zoido ha vuelto a darle la espalda a los sevillanos que peor
lo están pasando por la crisis, al priorizar un superávit en las
cuentas municipales que es, exclusivamente, consecuencia de recortar
nóminas de los trabajadores, destruir empleo, reducir drásticamente los
servicios públicos y eliminar inversiones y gasto social.
En este tiempo político hemos
confirmado, además, que el PP no tiene un modelo de ciudad para Sevilla
que vaya más allá de intentar satisfacer las peticiones a la carta y los
intereses particulares de empresas muy concretas, algunas de ellas con
mucho poder y que fueron determinantes para que el Partido Popular
accediera a la Alcaldía hispalense en 2011.
Por mucho que Zoido se afane a estas
alturas en apelar a la fe del creyente, la paciencia tiene un límite y
la decepción se impone en una ciudadanía a la que se generó muchas
expectativas que, luego, se han visto frustradas por las mentiras y los
incumplimientos del actual alcalde.
El mandato del PP va a concluir sin que
se haya llevado a cabo ningún proyecto municipal importante en Sevilla y
con una ciudad sin pulso y a la deriva.
Y
ya no valen las excusas de la herencia recibida para justificar este
fraude democrático. Primero porque Zoido era plenamente consciente de la
situación económica que atravesaba el país y el Ayuntamiento cuando
prometió lo que prometió. Y, segundo, porque en estos tres años ha
habido margen de sobra para haber desplegado otras políticas
municipales, que atendieran y diesen respuesta a demandas ciudadanas
fundamentales como el empleo, la vivienda y los servicios públicos, en
vez de desentenderse de ellas por completo.
El lema de campaña de Zoido era “Sevilla
YA”... Hoy, sin embargo, cada vez somos más los que nos preguntamos:
¿Sevilla PARA CUÁNDO? Sobre todo en esos barrios de la ciudad que, en
los meses previos a las elecciones, tanto visitó y regó con promesas de
todo tipo y de las que YA no se sabe nada.
Todo lo expuesto hasta el momento,
revela, por tanto, la necesidad de afrontar, cuanto antes, un cambio
urgente en las políticas del Ayuntamiento, si queremos salir del abismo
al que nos dirigimos. El fracaso del PP y de Zoido salta a la vista y ya
no queda mucho tiempo para reaccionar. La paciencia también tiene fecha
de caducidad: las próximas elecciones municipales.
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