Los documentos del XVI Congreso del PCE, en 2002, ya recogían la evolución de IU y su efecto sobre el PCE: “La
evolución de IU ha supuesto el debilitamiento del PCE por dos motivos:
1) los esfuerzos de los militantes y los órganos del Partido se han
dedicado casi exclusivamente al proyecto de IU. 2) El mantenimiento de
una doble estructura (agrupación, asamblea, comité, consejo) obliga a
los camaradas del PCE a redoblar su actividad, al mismo tiempo que
permite la confrontación entre camaradas del PCE que pertenecen a dos
órganos con las mismas competencias territoriales. En este contexto, el
Partido ha sido considerado en numerosas ocasiones como un instrumento a
través del cual acceder a una responsabilidad en la organización de IU,
lo que ha producido que luchas dentro de lo que llamamos IU se
trasladen al PCE y viceversa”.
El análisis del problema fue correcto, y desde entonces no se han tomado
las medidas necesarias para solventarlo. Los intereses creados en las
distintas estructuras impedían una resolución efectiva del problema,
hasta el punto de que la realidad nos ha hecho situarnos ante el espejo y
obligarnos a decidir qué hacer. Y debemos hacerlo siendo capaces de
sintetizar las distintas visiones parciales o territoriales del
problema, conjugando la defensa del espacio político y social de IU –
cientos de colectivos, decenas de miles de afiliados, miles de cargos
públicos - , con la necesidad de despojarla de sus corsé de partido
político tradicional.
Desde la creación de Izquierda Unida, y en las sucesivas Asambleas
Federales, Asambleas de federacion, así como en infinidad de asambleas
locales, se ha visto la confrontación entre militantes del PCE, tanto a
nivel de posiciones políticas, como en la elección de direcciones o de
candidaturas. Esto significaba que las diferencias en el seno del PCE,
en lugar de ser resueltas en el seno de la organización a través del
debate y la votación o el consenso, se trasladaban al seno de Izquierda
Unida (que en no pocas ocasiones se convertía en la segunda vuelta donde
ganar las votaciones que se habían perdido en el Partido), debilitando
con ello la Unidad en el Partido, consolidándose dobles estructuras (a
veces enfrentadas entre sí), en lugar de constituir un espacio político y
social ágil, desburocratizado y con la capacidad de sumar a otras
fuerzas en un espacio de entendimiento de igual a igual.
Sin embargo, estos análisis, por muy acertados que puedan ser, no solo
no tendrán solución sino que se reproducirían en el futuro en cualquier
nuevo proyecto de convergencia que pudiera plantease, si no se
establecen algunos mecanismos efectivos y simples.
Para que no vuelvan a reproducirse estructuras de Partido en cualquier
proyecto de convergencia que anulase a las propias fuerzas que la
componen, es necesario construir un espacio desburocratizado (partiendo
de la realidad actual de IU) al que puedan sumarse otras fuerzas en base
a un programa común, y que lo hagan con identidad propia y respetando
la identidad del resto.
Es decir, los miembros de los espacios de coordinación de cualquier
espacio de convergencia (a todos los niveles), deberían trasladar a éste
las posiciones de su Partido, responderían ante él y deberían poder ser
revocados en cualquier momento. Ningún miembro de ninguna
fuerza política podría pertenecer a estos espacios de coordinación (más
que de dirección) si no han sido nombrados democráticamente por su
Partido previamente. Esto evitaría que miembros del PCE utilizasen dichos espacios en contra de las decisiones de su propio Partido.
Evidentemente esto requiere profundizar la democracia interna y la
participación en el seno de las organizaciones en la toma de decisiones,
en este caso del Partido Comunista, en el sentido en el que se señalaba
en otro apartado: máxima democracia interna para la máxima unidad
externa.
Además, ser militante de un Partido en este nuevo espacio de
convergencia político-social debe otorgar plenos derechos para
participar en este, evitando situaciones como las creadas en las
primarias de Unidad Popular, en las que militantes del PCE que a su vez
eran afiliados a IU, no podían participar en las Primarias si además no
se registraban también en estas. Una situación absurda de fácil solución
si el mero hecho de formar parte del PCE da derecho a cualquier
militante a participar allí donde participa su Partido. Algo de sentido
común, por otra parte.
Un mecanismo necesario más sería anular las dobles cuotas. En este
momento miles de afiliados a IU pagan una doble cuota: la del PCE y la
de IU. En el sentido de lo propuesto anteriormente, el hecho de pagar la
cuota del PCE, como de cualquier fuerza que forme parte de un proyecto
de convergencia, debería dar derechos a formar parte de este. De esta
manera se reforzaría la organización de las distintas fuerzas (muchos
militantes tienen grandes dificultades para hacer frente a una doble
cuota), al tiempo que se aligerarían las estructuras del espacio de
convergencia.
Este espacio de convergencia político-social debería fundamentar su actividad únicamente en tres aspectos: elaboración
de un programa común, organización de las movilizaciones en torno a
dicho programa y elaboración de candidaturas electorales.
Evidentemente la participación en estas tareas fundamentales de personas
a título individual (que no formen parte de otro Partido) sería
perfectamente posible. En todo caso serían necesario un censo – y real
en todo momento - de todos/as las participantes en dicho espacio. Y en
cuanto a la distribución de los recursos entre organizaciones debería
ser proporcional en función del número de militantes que aporte cada
una.
Con este planteamiento el peso de la actividad política recaería en las
fuerzas políticas y sociales, y los espacios de convergencia serían
simplemente espacios de coordinación y no de conflicto o luchas de
poder.
En el caso de los/as militantes del PCE, su actividad se centraría
fundamentalmente en las tareas establecidas por el Partido en su acción
directa en la sociedad y en el movimiento obrero, y no se desgastarían
en estructuras paralelas.como ha venido sucediendo a lo largo de
demasiados años.
Evidentemente estas cuestiones modifican sustancialmente el modelo de
convergencia actual, pero permitirán construir un espacio dinámico,
desburocratizado, capaz de crecer e incorporar a nuevas fuerzas, que
podría adaptarse de una manera ágil a los nuevos acontecimientos, y que
permitiría ir compatibilizando la movilización social y la acción
electoral, acumulando fuerza simultáneamente en los dos ámbitos.
La experiencia del 22M, que mostró una capacidad de movilización inédita
en la historia reciente de nuestro país, demostró que es posible la
construcción de la unidad en base al programa y la movilización, desde
el respeto entre organizaciones y colectivos, y desde la construcción de
espacios de coordinación entre estos.
Este planteamiento tendría una serie de consecuencias positivas, partiendo de la realidad actual:
-El PCE recuperaría todas sus competencias y tendría voz propia en todos
los espacios, también en los espacios de convergencia y electorales.
-Seguiría existiendo el espacio político y social que actualmente es
Izquierda Unida y además se establecerían los pilares básicos para
ampliarse enormemente.
-Se mantendría la referencia politica para miles de cargos públicos,
decenas de miles de afiliados y cientos de colectivos de IU en toda
España.
-El espacio de convergencia en su nueva configuración tendría la
capacidad de incorporar a nuevas fuerzas políticas y sociales a todos
los niveles (desde el nivel local hasta el federal).
-Se eliminaría el problema de la doble cuota y la doble militancia.
Pertenecer a un Partido (en este caso el PCE), le daría el derecho a
cualquier militante a participar de los espacios de los que forme parte
éste. Eso en la actual configuración de IU no es posible.
-Este modelo compaginaría la lucha social con la acción electoral,
haciendo que en todo momento nuestra acción institucional tuviese su
reflejo en las calles y viceversa.
-Se construiría un espacio ágil y desburocratizado tal y como venimos teorizando desde hace años.
-No se reproducirían los debates y los conflictos del interior de los Partidos en el espacio de convergencia.
-La denominación de dicho espacio de convergencia en su nueva
configuración (actualmente “Izquierda Unida”), deberían decidirla los
afiliados a través de un referéndum para que todos/as la sientan como
propia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pronto el moderador verá su comentario y si no es ofensivo, se publicará