Todo huele a elecciones anticipadas en Andalucía. La dinámica que, de
forma sorpresiva, anulando incluso el sentido de los acuerdos suscritos
con IU, ha liberado Griñán, a poco que pasen las primarias exprés del
PSOE se comportará como una especie de precipitado químico que no
aceptará vuelta atrás y terminará en la reacción espectacular de humo,
color y hervor mediático en la probeta de unas elecciones.
¿Cuál, a mi juicio, debe ser la posición de IU? Fácil: nosotros no
las convocamos, no las creemos necesarias, responden más a criterios de
“clase política” que de problemática social… pero si tienen que
celebrarse, pues adelante, a por ellas, y que cada palo aguante su vela,
aunque algunas velas se llenarán con menos aire del previsto por los
augures y encuestólogos.
¿Cómo es posible que se intente llevar la atención del personal a un
concurso electoral improvisado en una sociedad, como la andaluza, que
sufre un 36% de paro, dentro del cual más del 60% es paro juvenil?
¿Cuáles son las consecuencias benéficas en la creación de empleo de una
convocatoria anticipada?
No encuentro explicación posible, justificación política que le dé
sustento a una decisión de ese tipo, a la que estamos abocados a corto o
medio plazo, quizás entre las europeas y municipales. Ante esta
eventualidad, la alternativa, en todo caso, no va a ser la que derive del juego, absolutamente desgastado, de los dos polos del bipartidismo,
máxime cuando, con estallidos espectaculares de por medio, están
abocados a un pacto de estado en temas esenciales, en los que ya están
coincidiendo por debajo de la eutrapelia del juego político de la
sociedad del espectáculo. La alternativa, si se juega con fuerza,
atrevimiento y convicción, va a venir por el lado de IU, que debe salir a
ganar las elecciones, a ser la fuerza política hegemónica en el futuro
gobierno autonómico, habida cuenta de que el acuerdo no se ha roto por
responsabilidad de IU y que la situación de los dos polos del
bipartidismo (organizativa, política y ética) no debe permitir en buena
lógica el otorgamiento de la confianza popular. Otrosí digo: IU ha
demostrado que, con más fuerza, puede enfrentarse en mejores
condiciones, como proyecto anticapitalista, y como crisol de una
movilización popular, a una situación que ha de permitir en el próximo
periodo afrontar los gravísimos problemas andaluces desde fuera de esa
endogamia mercantil que no hace sino endurecerlos, y llevarlos a la
playa de la desesperación.
Lo mismo que a escala de las generales, en las autonómicas es
preciso ofrecer un horizonte constituyente, que cambie la política y la
forma de hacer la política. No hay ingenuidad ni voluntarismo en mis
palabras, porque se puede. Sí se puede. Y no hay que permitir
que vengan los sacerdotes de la resignación a pedir de nuevo el voto
bipartidista impunemente. Por eso es preciso hablar claro, sin
complejos, en un momento en que nuestra resignación le daría alas a esa
lectura encubierta, dictada desde la troika, que ha empezado a
intervenir vergonzosamente los criterios de nuestra Constitución. El
poder constituido ya ha empezado a establecer-imponer sus criterios,
constitucionalizando el neoliberalismo y el egoísmo bancario a través
del artículo 135 nuevo. El nuevo poder, instaurado desde el atrevimiento
y la movilización popular, debe enfrentarse al paro, a los desahucios,
al atraco a mano armada de las preferentes, a los recortes, a la
liquidación anunciada de nuestra agricultura, a la depredación ecológica
que amenaza las costas y el parque de Doñana. El slogan es que se
puede. El contenido es que hay que combatir al poder desde un gobierno
distinto. La ética política: es que hay que ir a por todas y por todos.
Se trata, según dicen, de hacer unas elecciones adelantadas. ¿No es
eso? IU no las pide. Tampoco las teme. Si hay que hacerlas, se hacen,
bajo la responsabilidad del que tiene competencias para convocarlas.
Pero que nadie pida, en nombre de una cierta estabilidad patriótica, que
la izquierda sea resignada y dócil.
Andaluces Diario
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