En las últimas semanas, y en vísperas de
un importante congreso que habrá de marcar el futuro del comunismo en
Andalucía, se ha hablado mucho en distintos foros sobre la necesaria
unidad del partido. Resulta evidente que la cuestión de la unidad de la
organización no es discutible, y además es uno de los valores más altos
que definen a un Partido Comunista. Esta debería ser un elemento
incuestionable para todo militante comprometido con la toma colectiva de
decisiones, y precisamente por ello es por lo que creemos que es
necesario cuidar la efectiva unidad, no como un llamamiento vacío y
abstracto, sino cimentándola sobre elementos concretos.
La unidad del Partido debe surgir del
debate, que una vez cerrado deberá ser acatado por todos, ejecutándose
siempre lo aprobado por los órganos y el soberano Congreso, que es donde
se manifiesta el intelecto colectivo de nuestro partido. Así, la unidad
del PCA debe darse en torno a la aplicación de los acuerdos, y para
ello debe garantizarse el debate de todas las posiciones. Para la unidad
no sirven los falsos consensos previos -y dirigidos- , que sólo buscan
eludir la confrontación democrática en las cuestiones espinosas. Tampoco
sirve que las posiciones que se aprueben se dejen en un cajón que se
abrirá, tal vez con suerte cuatro años después, como por ejemplo ha
ocurrido con las decisiones que adoptamos en la primera fase del XX
Congreson del PCE.
La unidad del Partido no la garantiza,
per se, una lista única (que no unitaria) en este Congreso. Sin lugar a
dudas, una lista única garantizaría un Congreso “tranquilo” para la
dirección, pero posiblemente conduciría a que las cuestiones políticas y
organizativas de fondo que hay que definir sean escondidas bajo
consensos abstractos y transaccionales que integran todo, para no tener
la obligación de cumplir nada. El Congreso debe ser la máxima expresión
del debate y la elaboración colectiva, principalmente en las cuestiones
más complejas y contradictorias. Y es ahí, en ese foro, donde debe darse
la mayor participación al conjunto de la militancia. Una militancia que
deberá aclarar y definir posiciones, precisamente porque tenemos que
salir del Congreso con un acuerdo real, basado en el debate de ideas.
¿Quién puede decir que no hay
diferencias, matices u opiniones en este partido sobre
cómo debe
llevarse a cabo la recuperación de las competencias del PCE? ¿O sobre
cuál debe ser la posición de las y los comunistas en la XX Asamblea de
IULVCA? ¿Cómo se concreta la eliminación de la estructura de partido de
IU? ¿Qué consecuencias programáticas, incluso de opciones de conformar
gobiernos, tiene la posición sobre la salida de la UE y el euro? ¿Cómo
se lleva a cabo la recuperación organizativa del Partido?… Por mucho que
desde algunos sectores se nos diga que no hay controversias la realidad
es otra. Y por eso, que se intente iniciar el Congreso con propuestas
de síntesis equidistantes, y negociadas entre unos pocos, conducirá
forzosamente a que nadie discuta de nada.
Creemos firmemente que sólo una vez
superado el debate político y alcanzados los acuerdos a los que se
llegue, será el momento de la unidad de acción, y se podrá hablar de
nombres y de equipos de dirección. El anómalo proceso nominalista que se
ha vivido durante todo el proceso congresual se debe, en primera
instancia, a un intento fallido de la dirección saliente de proponer una
lista “unitaria” o al menos “única”. Evidentemente, tan legítimo y
necesario como el debate sobre las políticas es el debate sobre quiénes
son los más adecuados para llevar a cabo dichas políticas. Pero creemos
que primero debía haberse dado el debate de ideas y después el debate de
nombres.
El Congreso tiene los mecanismos
participativos para dotarse del equipo de dirección nuevo. Desde luego,
para alcanzar una lista, no parece el mejor método proclamar “aquí estoy
yo, ahora que venga el resto”. Que haya varias listas en un Congreso es
algo casi inédito en el PCA, pero no tiene por qué llevar a una
división del Partido ni a tensiones innecesarias. Las tensiones se
originan, en todo caso, por los intentos de laminar dicha posibilidad.
La unidad tras el Congreso no se va a dar mecánicamente por que antes
haya una única lista al Comité Central. El día 2 de julio habrá una
política aprobada y una dirección elegida. La unidad se dará en torno a
que dicha dirección haga cumplir lo acordado.
Pero no podemos hablar de unidad si
después del Congreso volvemos a caer en los errores del pasado. La
primera fase del XX Congreso del PCE terminó con unos documentos
sustancialmente distintos a los que elaboró el Comité Federal. A lo
largo de todo el proceso (conferencias provinciales, de federación y
finalmente, federal) se fueron elaborando tesis que cambiaban en mucho
la propuesta inicial en las cuestiones centrales: posición sobre UE y
euro, recuperación de las competencias del Partido, superación de IU y
política de alianzas… Hoy, más de un año después, las cuestiones
principales que se debatieron siguen sin aplicarse.
No se ha avanzado en qué supone la
recuperación de las competencias electorales del Partido y no sabemos
nada de la superación de Izquierda Unida ni del desmantelamiento de su
estructura como partido político. En el caso de la UE, seguimos lanzando
un mensaje ambiguo de corte posibilista. En todas estas cuestiones se
siguen manejando por parte de la dirección como un punto intermedio
entre “lo posible y lo necesario”. ¿Nos sirve esta unidad? Para el
cumplimiento de los acuerdos que adoptamos, parece claro que no.
Nuestra candidatura defiende el
cumplimiento de los acuerdos de la I Fase del Congreso del partido, para
no seguir posponiendo el debate entre ruptura y reforma que sufre el
PCE desde hace más de cuatro décadas. No podremos abordar la revolución
democrática a la que aspiramos, ni construir la unidad popular con otras
fuerzas, si seguimos retrasando el debate u ocultándolo bajo el falso
pretexto de una unidad ficticia que no se basa en los principios de toma
colectiva de decisiones y cumplimiento de lo acordado. Por eso, y
porque aspiramos a un partido revolucionario y rupturista es por lo que
mantenemos nuestra candidatura al Congreso del Partido Comunista de
Andalucía. Un Congreso cuyas decisiones acataremos, pues a su
finalización llegará el momento de la unidad.
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