viernes, 22 de abril de 2016

La vieja Europa

Si no se puede salir del euro y de la actual UE, vamos a decirlo claro: entonces no es posible la izquierda en Europa


Hay tierra debajo de los pies fuera de esa actual Europa diseñada por el sistema financiero y los mercados, herederos de los intereses oligopólicos del carbón y el acero. Puede sentirse un cierto vértigo, vale, pero vamos a ver: si no es posible salir de esa Europa fortaleza que habla de libertad y pone vallas, si no es posible respirar fuera de un Banco Central que te presta tu propio dinero al 9%, si no es posible cambiar la cara y la cruz de una moneda que devalúa vidas y futuros, que ahoga pero no aprieta, entonces es que nos hemos convertido en otra cosa. Y aquí no vale esa suerte de pornografía política que tranquiliza a la gente repitiendo que si ganamos seguirá saliendo el agua por los grifos (no pasa nada; es decir, si nacionalizamos las eléctricas no pasa nada, ¿o es que no se piensa seriamente en rescatarlas?), o que dice que lo que quieren los ciudadanos es que sigan saliendo euros por los cajeros automáticos y a eso hay que adaptarse.

Si no se puede salir del euro y de la actual UE, vamos a decirlo claro: entonces no es posible la izquierda en Europa. Y quizás sea ese el mensaje que nos han querido mandar a través de la rendición de Tsipras.
Planteando el tema desde el punto de vista político, hay que invertir la tendencia. No debe ser la derecha (inglesa, por ejemplo), la que tiene que plantear la desestabilización de la vieja Europa. Hay que crear un problema, una crisis, desde el sur y desde la izquierda. Quien tiene que pedir el referéndum para salir de los actuales acuerdos, que son irreformables, es precisamente la izquierda, esa izquierda que, por ahora, no sale de planteamientos imprecisos, prepolíticos, desde la resignación discursiva de que es tema imposible de explicar a la gente.

Hay que crear esa crisis, desde el sur y desde la izquierda, o dedicarse a trabajar en ese margen imposible en que lo hace Tsipras. Este político, Tsipras, sí es posible en Europa, la izquierda real no. Pero lo que son las cosas: Europa sigue conviviendo en los programas de la izquierda real, como si se tratara de no perder la respetabilidad de los planteamientos realistas, no ultraizquierdistas. Pero, respetabilidad, ¿ante quién? ¿Quién concede esa respetabilidad, los mismos que autorizan la deuda y su pago diferido, los mismos que si somos buenos no cortarán el agua de los grifos?

No digo que sea una decisión fácil, pero sí es urgente. La UE actual es irreformable, el euro es un corsé de hierro. Y es preciso hoy arrostrar las consecuencias de haber decidido una lucha anticapitalista. La UE actual es un cadáver. Y ante esa calavera hay que entonar el viejo ser o no ser. He aquí el dilema. Exponer el dilema y dejar de ser Hamlet.


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