Granada, 13 de septiembre de 2014
1. En el centenario de la Primera
Guerra Mundial nos encontramos con un mundo en guerra. Ya sea por medios
económicos, entre los que la servidumbre por deudas al capital
financiero sigue siendo la principal arma para la guerra económica, o
por medios directamente militares, dictados por el entramado
militar-industrial liderado por los EEUU.
2. Las prácticas neocoloniales
genocidas del estado de Israel; las alianzas cruzadas en Oriente Próximo
con el resultado, otra vez, de intervenciones militares revestidas de
humanitarismo en Irak o Siria; los ataques sistemáticos con drones en
países como Pakistán o Afganistán; la guerra civil en Ucrania, fruto del
intervencionismo profascista de los EEUU y Alemania con el objetivo de
mantener a ese país en su órbita comercial o las guerras y hambrunas en
África subsahariana para el control de los recursos de ese continente,
mientras la emigración masiva se encuentra con una Europa fortaleza que
no les reconoce, como en la época colonial, los derechos humanos; son
los casos más representativos de un panorama internacional en el que los
mecanismos de coerción violenta, bajo la batuta del gendarme yanqui,
lejos de desaparecer con el fin de la historia, se reproducen allí donde
sea necesario para mantener la vulnerabilidad de las economías
subordinadas al capital imperial, el control de los recursos
estratégicos y, cómo no, el cerco a los estados emergentes desde un
punto de vista geopolítico.